Si Dios tuviera nombre para muchos argentinos podría ser Diego Maradona –esta
idea estereotipada de que nuestro país le adjudica al mejor futbolista de todos los tiempos un estatus cuasi divino es quizás algo acertada.
El fútbol se presta de todos modo a prácticas de fe y creencias semi-religiosas –
desde las supersticiones de ver los partidos en alguna silla en particular,
vistiendo alguna camiseta, hasta las persignaciones y festejos de los propios futbolistas cuando salen al campo de juego o marcan algún gol– y las cabalas suelen
acompañar al mas hincha con igual importancia que un frío análisis táctico.
Sin embargo, Diego asumió el rol de DT de argentina y en lugar de una ola de reverencia y adoración entre los fieles, causo temblores de pánico en muchos. No
fue una elección popular. Entre los hombres de fútbol de nuestro país hay quienes
sospechan que una idea comercial impulsaba este nombramiento.
La famosa observación de un empresario que vende amistosos de la selección fue: “Con Maradona la selección argentina es Los Beatles”.
“Absurdo”, “vergonzoso” decían algunos periodistas que no querían ser citados. Las
encuestas populares sugerían con vehemencia que la mayoría hubiera preferido a Bianchi.
Así y todo, se le dio una chance.
La prensa criticó poco al comienzo, y el nombramiento fue asumido.
Vinieron las derrotas históricas –¡6-1 ante Bolivia!– y la no clasificación
dejo de parecer impensable y se convirtió en una probabilidad fuerte.
Las probabilidades, las adivinanzas, los palpitos, y todas las formas de pronostico posible tienen rienda suelta en el fútbol –según el calendario occidental por
el que medimos el tiempo hace 2010 años, enero es un buen mes para especular
acerca de los meses que se vienen–. Un año mundialista también nos invita a jugar con posibles futuros. Ya sabemos que iremos a Sudáfrica –nos fue confirmado en Uruguay, en octubre, por un Diego ya furibundo, lleno de bronca y de insultos–
y también ya sabemos que no solo somos capaces de dejar que Brasil nos meta
tres goles en una eliminatoria sino que también podemos perder amistosos contra
Catalunia…
Como corresponde a una omnipresente y todopoderosa deidad, Diego es más que
todo. Es más que el conjunto de individuos bajo su mando. Cuando está Diego todo lo
demás se esfuma, se desvanece bajo su sombra. Lo que le pasa a Diego se empieza
a convertir en lo que nos pasa a todos. Así, el desempeño sobre el campo de juego
de Messi puede ocupar segundo plano frente a cómo Diego vivió algún momento personal difícil –si alguna de las nenas no está bien, o si Benjamín necesita algo, por ejemplo. La telenovela de Diego eclipsa todo lo demás.
Es quizás este el principal motivo por el cual Diego nunca debería haber asumido la
dirección técnica del seleccionado: no puede dejar de lado su protagonismo para darle
lugar al talento y la creatividad de las nuevas olas.
Pero dado que ya está ahí, y que las opciones a esta altura son limitadas, es bueno aferrarse a la fe, volver a creer, y buscar por difícil que parezca un lado bueno de
esta situación. Encaramos Sudáfrica con algunos de los futbolistas más cotizados y talentosos del planeta, quienes bajo el ala de este Ser mitad hombre mitad no- se-sabe-qué pueden defraudarnos.
Esa es una realidad a considerar por las casas de apuestas.
Por MMA
Especial para el
Escaparate.
(Primera entrega del
reporte mundialista de
nuestra enviada exclusiva
en Londres.)
sábado, 23 de enero de 2010
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